Entrevistamos a
PATRICIA CABRERA. Estudiante voluntaria de la ONU
“Es una suerte que la ULPGC permita a sus estudiantes vivir experiencias de voluntariado internacional”
“Es una suerte que instituciones como la ULPGC permitan a sus estudiantes este tipo de experiencias de voluntariado internacional”
Tiene 27 años y estudia Dirección y Administración de Empresas. Siempre ha estado vinculada al movimiento del voluntariado en Gran Canaria, y el curso pasado quiso explorar fuera de nuestras fronteras para “entender mejor otras realidades”. Y se fue a Nicaragua gracias al programa de voluntariado de la ULPGC.
1. ¿Cómo surge la idea de irte de voluntaria?
Hace años que soy monitora voluntaria en la Asociación Scout Acanac, en Santa Brígida (Gran Canaria). Es una asociación en la que los fines de semana hacemos actividades educativas con los niños y jóvenes del municipio. La verdad es que desde siempre he estado vinculada al movimiento del voluntariado y el año pasado, en parte por la educación en solidaridad que he recibido y por la curiosidad por la experiencia, decidí probar el voluntariado internacional en otro país para aprender y acercarme a entender mejor otras realidades.
2. ¿Sabías algo sobre Nicaragua?, ¿tenías idea de lo que te podías encontrar? Desgraciadamente, en España sólo se habla de Nicaragua por la guerra sandinista de los años setenta y de las cosas negativas: desastres naturales, situación política, etc. Ésa era la información que percibía antes de ir. Por suerte, desde el momento en que pisé Managua, capital de Nicaragua, pude comprobar que el país esconde muchísimas virtudes que no nos muestran los medios. La calidad humana que se respira, el afecto de la gente o los paisajes vírgenes hicieron que este país desconocido para mi como para muchos canarios se convirtiera en mi hogar muy rápidamente.
3. ¿En qué ha consistido tu labor humanitaria en Nicaragua?
Mi puesto de trabajo era en la Procuraduría para la Defensa de los Derechos Humanos (PDDH), un organismo del Estado equivalente al Defensor del Pueblo en España. Mi responsabilidad allí era la de promover un boletín informativo sobre la labor de la PDDH y de apoyo en las labores de comunicación de la Dirección Nacional de Educación y Promoción. Publicábamos un boletín semanal que enviábamos a distintos organismos como ONGs locales, las instituciones del gobierno, las embajadas, etc. con el objetivo de concienciar a la población local acerca de sus derechos humanos y del respeto que los funcionarios del Estado debían de tener hacia éstos. En los 6 meses que estuve pudimos dar formato a la metodología necesaria para que, una vez que me hubiera ido del puesto de trabajo, una persona local pudiera hacerse cargo de la responsabilidad.
4. ¿Qué has descubierto con esta experiencia? ¿Cuánta gente, que tú hayas conocido en el país al que fuiste, colabora de manera altruista?
La experiencia, aunque suene a tópico, me ha abierto los ojos a otras realidades, como la actitud de generosidad de los nicaragüenses y las ganas de sacar adelante a su país sin caer en victimismos. Lo más valioso para mi ha sido aprender de la gente. Hay muchísima gente extranjera que colabora de manera altruista en Nicaragua, pero lo más importante son las personas locales que entienden que hay que cambiar la situación social de su país y trabajan muy duro para ello. Los extranjeros que vamos a colaborar participamos, aunque en menor porcentaje, en este cambio, ya que es la propia ciudadanía la protagonista de cambiar su realidad.
5. ¿En que cambia tu forma de ver la vida y el mundo?
La experiencia me ha hecho aprender a relativizar mis necesidades y mi escala de felicidad. Como anécdota, cuando decía que España también estaba en crisis, los nicaragüenses me miraban extrañados, no entendían que nuestra situación pudiese ser considerada como crítica. Al fin de cuentas, en Nicaragua miles de familias luchan por sobrevivir cada día desde muchísimos años.
6. ¿Recomendarías esta experiencia?
Indudablemente la recomendaría a todo el mundo. Creo que las oportunidades de conocer nuevas realidades no se deben desaprovechar por miedos o inseguridades. Es una suerte que instituciones como la Universidad de las Palmas de Gran Canaria permitan a sus estudiantes este tipo de experiencias. Todo lo que nos permita aprender y compartir vivencias con personas de otras culturas es un beneficio para todos.