Entrevistamos a
TERESA SÁNCHEZ. Responsable Políticas de Género. Amnistía Internacional
“Debe existir un espacio sobre los Derechos Humanos en cada carrera universitaria para dar una visión más amplia de la profesión”
La ULPGC, a través de la Dirección de Cooperación y Compromiso Social, ha organizado este año la VII Semana Universitaria para la Erradicación de la Pobreza, que, como cada edición, pretende aglutinar a responsables de ONGs, expertos y voluntarios en un mismo foro para concienciar a la comunidad universitaria y a la sociedad en general de esta problemática mundial, que ya cuenta con un Día Internacional. La sexóloga Teresa Sánchez ofreció una interesante charla titulada ‘La Pobreza es Mujer’.
1. Su participación en la VII edición de la Semana Universitaria para la Erradicación de la Pobreza ha sido para informar sobre las políticas de género en el problema de la pobreza mundial. ¿Es tan evidente esta diferencia entre géneros, también cuando se habla de pobreza?, ¿A qué se debe?
Sí. Hay una gran diferencia entre géneros cuando se habla de pobreza: las mujeres sufren discriminación, por el mero hecho de serlo, en el acceso al trabajo remunerado, a los recursos económicos necesarios para garantizar sus derechos económicos y sociales, ya se trate de ingresos, vivienda o crédito, y en el acceso a una educación que le posibilite tener trabajo remunerado. Es decir, se encuentran en una posición de menor poder económico. Ello explica también por qué constituyen la mayor parte de las personas en situación de pobreza: de acuerdo con los datos de Naciones Unidas, el 70% de las personas pobres del mundo son mujeres y de acuerdo con los datos de la Encuesta de Calidad de Vida relativas a España (2008) la tasa de pobreza media de las mujeres es del 21%, mientras que la de los hombres es de 18,3%. A ello se suma el trabajo no productivo que asumen en su mayor parte mujeres y niñas: las tareas de cuidado, tan importantes para el desarrollo humano y social, no son consideradas como aportaciones a la economía productiva, lo que las desvaloriza y las hace invisibles, a pesar de que, de acuerdo con las estimaciones del PNUD, su valor puede ser equivalente a la mitad del PIB de un país.
La “economía del cuidado”, de acuerdo con los análisis de Naciones Unidas, constituye un determinante de primer orden de la posición de las mujeres para ver garantizados sus derechos humanos. La experiencia histórica (especialmente la llamada “década perdida de América Latina” durante los ochenta) ha mostrado claramente cómo a medida que los gobiernos se endeudan más, recortan programas sociales para equilibrar sus presupuestos, incrementándose así el trabajo de cuidado no remunerado que realizan las mujeres. Esto dificulta su acceso a ingresos, oportunidades, formación, información y participación política de las mujeres, tan necesarios para garantizar sus derechos humanos y los de sus familias.
2. Usted es responsable de Políticas de Género en el grupo local de Gran Canaria de Amnistía Internacional. Desde su posición, ¿en qué se trabaja concretamente?, ¿cuáles son sus prioridades en este campo de actuación?
Tradicionalmente Amnistía Internacional ha trabajado, y sigue trabajando de forma específica, para visibilizar y apoyar los derechos de las mujeres con resultados muy positivos. Una de las acciones más representativas y dilatada en el tiempo ha sido la ‘Campaña no más violencia contra las mujeres (2004-2010)’. Más recientemente los derechos económicos, sociales y culturales de las mujeres, así como el trabajo sobre otras formas de violencia contra las mujeres y las niñas, como la violencia sexual y el trabajo sobre derechos sexuales y reproductivos. Desde el año 2010 se trabaja, además, en una Estrategia para la transversalización de género (2010-2016),que se refiere a la integración sistemática de un enfoque de género en todos los niveles y acciones. Aplicar una perspectiva de género consiste en visibilizar desigualdades y adoptar estrategias para combatirlas. Es decir, significa que se visibilicen y tengan en cuenta las diferentes formas en que se pueden estar violando los derechos humanos de mujeres y hombres y los sujetos de la diversidad sexual, así como la existencia de discriminaciones en las respuestas jurídicas e institucionales frente a tales violaciones y, a partir de ahí, proponer estrategias para combatirlas. La defensa y protección de los derechos humanos se hacen más eficaces cuando se incluye una perspectiva de género y de diversidad. Se adquiere una capacidad de adaptación a las distintas formas en que se violan los derechos humanos de mujeres y hombres y las distintas necesidades de protección que se derivan de la desigualdad y discriminación.
3. Espacios para el debate y la formación en el ámbito universitario, como el que realiza la ULPGC desde hace años a través de su Dirección de Cooperación al Desarrollo ¿ayudan a concienciar o a aunar más esfuerzos en la lucha internacional contra la pobreza? ¿Cuál es el principal estímulo que hay que ofrecer a la comunidad universitaria, en este sentido, para que sea un eslabón más en esta ayuda?
En el área de cada carrera universitaria, el espacio de Derechos Humanos debe existir para dar otra visión más amplia sobre su propia profesión; desde lo que el alumno puede hacer por mejorar los derechos humanos, hasta enfocar su profesión hacia dicho marco de trabajo. El conocimiento sobre los derechos humanos en cada una de las áreas les supone al alumnado, además de tener una visión más amplia sobre la cuestión, la apertura de otras posibilidades hacia dónde enfocar su profesión: Programas, a nivel de la UE, sobre desarrollo e investigación o cooperación en países que están en vías de desarrollo, o trabajos de todo tipo en ONGs a nivel internacional y nacional. En estos trabajos se suelen solicitar personal sanitario, ingenieros, abogados, etc...
4. ¿Cuáles son los proyectos más importantes de Amnistía Internacional?. ¿Cómo es posible colaborar con ustedes?
Desde el año 91, Amnistía Internacional apostó por una apertura al marco de lo que hasta entonces se llamaban derechos humanos de segunda generación (derecho a una vida digna: salud, agua, educación, vivienda, etc...). Es por ello que desde entonces, y tras años de estudios para ver cómo la organización llevaría este trabajo de forma eficaz, Amnistía Internacional tiene como prioridad absoluta, lo que llamamos “La campaña Exige Dignidad”. Dicha campaña no es otra cosa que trabajar en cooperación con asociaciones, organizaciones y estamentos como el de Ciencias de la Educación para que juntos encontremos la mejor forma de presionar y lograr acabar con la gran violación de derechos humanos que es que los gobiernos y empresas despojen a sus ciudadanos de la dignidad ,que como ser humano, les corresponde. Es posible, desde la universidad colaborar activamente con Amnistía Internacional, abriendo áreas de trabajo en cada departamento de la universidad para cubrir todos los frentes con los que Amnistía Internacional trabaja: Violencia de género, salud, vivienda, tortura, pena de muerte, inmigración, asilo y refugio. ¿Cómo trabajar estas áreas?. Bien..., se puede crear un periódico universitario con unos espacios para que desde cada área publiquen: acciones urgentes de Amnistía internacional, denuncias, resultados de investigaciones de Amnisitía Internacional en tal o cual país, haciendo públicas nuestras convocatorias de acciones de calle, animando a participar, etc...
Ya más ambicioso, pero no por ello imposible, se podría ofrecer la Universidad dentro de ciertas áreas, según correspondan para trabajos de investigación y recaudar información en colaboración con el Secretariado Estatal de Amnistía Internacional.