Cuando el pH del Océano Atlántico disminuye
El Grupo de Investigación QUIMA de la ULPGC, toma muestras, desde el año 1995 y con carácter mensual, del Océano Atlántico para medir el pH de su agua, y ha detectado que en los últimos diez años ha disminuido en 0,02 unidades a gran velocidad. Se trata de la acidificación oceánica, una de las nefastas consecuencias del cambio climático, que han analizado recientemente científicos y expertos internacionales reunidos en Gran Canaria.
Esta reunión es el punto de partida para establecer un nuevo programa de investigación sobre acidificación oceánica en Europa y que dará apoyo a la actividad que ya realiza el Grupo QUIMA colaborando con el Instituto Canario de Ciencias Marinas. Se trata del VII Programa Marco de la UE, Eurosites, que reúne a los investigadores de once estaciones de estudio del Océano Atlántico y del Mediterráneo.
El Grupo QUIMA es el único equipo de trabajo en el mundo que mide el pH del agua en el océano abierto de forma sistemática. Cada mes se han trasladado en barco a un punto fijo, a 60 millas al norte del Archipiélago canario, tomando muestras del agua para determinar si el aumento del dióxido de carbono en el mundo, como consecuencia de la actividad humana, está siendo perjudicial para los océanos y la vida que existe en ellos. Y los datos demuestran que si.
Uno de los principales efectos de la producción masiva de dióxido de carbono es la generación de protones en el océano, lo que provoca que el pH del agua disminuya. Y a menos pH en el mar, éste se va haciendo menos básico o lo que es lo mismo, más ácido. “Y lo más alarmante es que esta disminución de pH se está produciendo a una velocidad nunca vista en millones de años”, declara el investigador y profesor de la ULPGC, Melchor González Dávila.
¿Cómo nos afecta?
La disminución de pH en el agua del océano tiene unas consecuencias directas en la vida. En primer lugar, los organismos vivos del océano deben adaptarse a este nivel de acidez del agua, pero, en algunos casos, como en el de los crustáceos o corales, la acidez del agua les perjudica en gran manera, ya que impide que se desarrollen sus caparazones, ya que están compuestos por carbonato cálcico, y la acidez los disuelve.
Pero lo más peligroso de este proceso es que los crustáceos son organismos vivos que constituyen parte del inicio de la cadena trófica alimentaria en el mar, por lo que sin ellos, el resto de organismos y peces superiores se verían afectados, lo que conduciría, en última instancia a perjudicar el consumo humano.
Los expertos internacionales calculan que, debido a la gran velocidad en que está disminuyendo el pH del océano, éste puede bajar en torno a 0,3 o 0,4 unidades a finales de siglo. Los datos que maneja el Grupo QUIMA tras analizar las muestras que recogen mensualmente apoyan esta teoría. Por este motivo, la reunión de expertos, políticos y científicos internacionales que se ha desarrollado en Gran Canaria resulta de vital importancia para dar un giro y definir las nuevas líneas de actuación que permitan frenar los efectos del cambio climático.