Descubrir el 'valor social' del teatro gracias a la microeconomía
El profesor de la ULPGC, José María Grisolía, participó en una investigación financiada por el Gobierno británico para analizar la demanda de los espectáculos teatrales, en función de los estratos sociales.
“En la vida, hay cosas que ni se compran ni se venden, como el tiempo o un paisaje, por ejemplo, que no tienen precio, pero sí un valor”, señala el profesor del Departamento de Análisis Económico Aplicado de la ULPGC, José María Grisolía. Sin embargo, hay modelos de microeconomía que pueden acercarse bastante a esta posibilidad de poner precio a algo intangible. “Son modelos que gozan de una larga tradición en la economía del transporte y del medio ambiente y que nosotros hemos aplicado para estimar la demanda del teatro."
De este modo, con la financiación del Gobierno Británico, el Doctor Grisolía colaboró en una investigación conjunta con el profesor de la Universidad de Newcastle, Ken Willis. Ambos pretendían ‘ponerle precio’ al valor social del teatro.
El interés inicial radicaba en comprobar las preferencias teatrales del público, teniendo en cuenta que el teatro siempre ha sido un servicio subvencionado como consecuencia de que ha sido un servicio cultural deficitario.
Para desarrollar la investigación, ambos profesores escogieron un tipo de modelación econométrica conocida como modelos de elección discreta que se caracteriza por modelizar situaciones en las que los individuos se enfrentan a un conjunto finito y bien definido de alternativas. Cada alternativa, a su vez, se describe en términos de sus atributos.
En el caso del teatro se consideraron características como: el género teatral (drama, comedia, teatro experimental, musical...), la compañía, el precio de la función, los actores que participaban(si son conocidos o no), el teatro donde se representa, etc. “Estos atributos proceden de la opinión de participantes en grupos focales y la consulta con expertos en teatro así como managers de teatro", comenta Grisolía.
Los atributos se combinan de acuerdo con las exigencias estadísticas del modelo generando diez escenarios de elección con cinco alternativas hipotéticas. Cada alternativa es un teatro, donde se representa cierto show, con un precio, actores (conocidos o no), compañía, críticas, etc. Y los sujetos eligen en cada proporcionando información sobre sus preferencias.
Tres clases de público
Así, el modelo de estudio y análisis que estudiaron ambos investigadores identificaron tres clases de público que van al teatro, y sus principales preferencias. Se detectó una ‘clase acomodada’, que representaba el 43,1% de la muestra, y que su asistencia al teatro podría constituir, en parte, una forma de escenificar su pertenencia a su clase. “Esta clase mostraba una mayor disposición a pagar por ir al teatro, principalmente si los comentarios de la crítica eran positivos”, señala el profesor Grisolía.
También se detectó la ‘clase intelectual’, en un 31,5% de la muestra, que mostró una alta disposición pagar por las producciones teatrales, con independencia de la crítica y presentaban un interés particular por las representaciones más intelectuales, como el teatro experimental y el drama clásico. Y, finalmente, el estudio resaltó una ‘clase popular’, que busca en el teatro puro entretenimiento y que, en la mayoría de los casos, tiene una menor disposición a pagar.
Para el doctor de la ULPGC, José María Grisolía, este estudio no es extrapolable a la sociedad española por las diferencias entre los modelos culturales anglosajones y latinos. Sin embargo, se muestra como un estudio que permite a los gestores teatrales proporcionar herramientas de conocimiento sobre el público que acude a un teatro, ya que es un servicio de alto riesgo que, en muchas ocasiones es poco rentable.