Diez años de voluntariado internacional en la ULPGC

31/08/2015

Diez años de voluntariado internacional en la ULPGC

Más de un centenar de estudiantes de la Universidad grancanaria han vivido la inolvidable experiencia de ser un voluntario internacional. Su aportación a la cooperación y al desarrollo de otros países les ha cambiado la vida a muchos de ellos, pero también a la comunidad en donde han trabajado.

 

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Conocer la vida, la cultura y la realidad de países en vías de desarrollo pero, sobre todo, la posibilidad de intercambiar y aportar conocimientos. Esta es la filosofía del Programa de Voluntariado Internacional de la ULPGC que este año cumple su décimo aniversario, y que se gestiona desde el Centro Universitario de Cooperación para el Desarrollo (CUCID), dependiente del Vicerrectorado de Internacionalización y Cooperación de la ULPGC.

 

Bajo el lema “¿A qué esperas para vivir una experiencia internacional?”, el CUCID desarrolla cada año acciones de sensibilización entre la comunidad universitaria potenciando sus valores solidarios. Entre estas acciones destaca un programa de becas para recién egresados, estudiantes de grado, máster o doctorado de la ULPGC, que cuenta con una financiación anual de 25.000 euros. El objetivo es que la ULPGC y sus estudiantes sean reconocidos como agentes que contribuyan al desarrollo, y al progreso económico y social, de aquellos países y comunidades más necesitados.

 

De este modo, cada año la ULPGC alienta el espíritu solidario de sus estudiantes y egresados convocando unas becas que les permiten realizar estancias de hasta seis meses en países en vías de desarrollo, y en donde los propios estudiantes son los portagonistas en la búsqueda de las organizaciones no gubernamentales o entidades locales y de desarrollo para participar en sus proyectos de cooperación.

 

Existen dos modalidades de voluntariado: la estancia corta, que oscila entre uno y tres meses de duración, y que va dirigida a estudiantes de grado que normalmente no cuentan con una experiencia previa en este voluntariado internacional. Para ellos, la ULPGC cuenta con una ayuda de hasta 1.600 euros destinados a su traslado y subsistencia. La segunda modalidad se trata de una estancia larga de seis meses que está dirigida y abierta a estudiantes y recién titulados con experiencias en el ámbito de la cooperación internacional, para los que se les otorga una ayuda de hasta 3.500 euros.

 

Todos ellos deben presentar a la convocatoria su proyecto de cooperación, contando con la colaboración de las organizaciones no gubernamentales o entidades a donde se desplazará para realizar su voluntariado. El CUCID valorará los proyectos y experiencias más idóneos y, finalmente, les prestará su apoyo y becas para su traslado, que se llevará a cabo en el período que el propio estudiante considere.

 

Así, durante diez años, la ULPGC ha promovido distintas acciones de cooperación en más de una veintena de países en vías de desarrollo gracias a la solidaridad de sus estudiantes. Asistencia sanitaria en al Amazonas boliviano, trabajo con niños en exclusión social en Brasil, Tanzania o Perú, voluntariado medioambiental o mejora de infraestructuras y poblados en Uganda, etc… son algunas muestras de esta cooperación.

 

Dos experiencias vividas

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Valentina Grasso, estudiante del Máster de Nutrición aplicada a la Cooperación Internacional de la ULPGC, no se lo pensó dos veces. “Decidí presentarme a este Programa de Voluntariado e irme a Guinea-Bissau con CIDEAL (Cooperación al Desarrollo España-América Latina) y colaborar en un proyecto que tenían en marcha allí sobre integración socio-económica de mujeres”, explica. “Me dediqué a transmitir conocimientos sobre la seguridad alimentaria a la hora de ahumar el pescado en las pequeñas aldeas, ya que en estos poblados no disponen de electricidad y deben conservar de esta manera los alimentos perecederos”.

 

Su experiencia en Guinea le aportó nuevos conocimientos para su profesión, que es la de veterinaria, como, por ejemplo, conocer en el terreno un proyecto de acuicultura de tilapia de la FAO. Pero a nivel personal, la experiencia fue aún más gratificante: “Cuando vives en uno de los paises más pobres del mundo, donde no hay electricidad ni agua corriente, donde la esperanza de vida es de 35 años y el porcentaje de mortalidad infantil es elevadísimo, le das otro valor a las cosas”, explica. “He conocido gente extraordinaria que pone su vida a disposición de otros, médicos voluntarios, ingenieros, cooperantes y gente común. Su amistad es lo mejor que me llevo de esta experiencia”.

 

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Pablo Abreu estudió Arquitectura en la ULPGC y su experiencia como voluntario internacional en Haití le ha hecho ver su profesión de otra manera: “Ahora me he dado cuenta de que no quiero trabajar para vivir; quiero trabajar para cambiar el mundo aportando valor añadido (en su versión menos economicista) en todo aquello que hago”, explica. Colaboró junto a Arquitectos sin Fronteras, en una escuela en la comunidad de Rècif y en una maternidad y centro hospitalario en Anse-a-Pitre. “Fue un proyecto que trascendía lo estrictamente material, implementando políticas de desarrollo a través de sensibilizaciones y formación en materia de higiene, salud, educación, (auto)construcción e incluso alfabetización...”, comenta.

 

Y es que el entorno en donde tuvo lugar esta cooperación se situaba en la frontera haitiana-dominicana, “que nos hacía trabajar en un contexto complicado, en donde la corrupción, los intereses ilícitos, las políticas, y el aborrecimiento y hasta odio mutuo entre países lo único que hacía era complicarlo todo”.

 

Su trabajo y su experiencia en cooperación internacional le ayudó a darse cuenta, ahora, que “para cambiar el mundo hay que empezar por los países enriquecidos, y que la verdadera cooperación empieza por uno mismo”.