¿Es posible la convivencia entre humanos y cetáceos?
Qué actividades humanas, incluyendo las turísticas, están afectando al ecosistema marino de la Macaronesia. Esta es una de las principales cuestiones que aborda el Proyecto de Investigación Europeo MARCET II que lideran varios investigadores de la ULPGC, y que contará con la ‘ayuda’ de delfines mulares y calderones tropicales, los bioindicadores de este gran estudio científico.
¿Cuál es el principal objetivo del Proyecto MARCET II? Fomentar el desarrollo sostenible de la actividad turística de la Macaronesia, con el fin de que los ecosistemas marinos de Canarias, Azores, Madeira y Cabo Verde no sigan degradándose como consecuencia de la actividad humana. Con esta premisa, investigadores de estas cuatro regiones, lideradas por un equipo de científicos de la ULPGC, ponen en marcha este año la segunda fase de un gran proyecto europeo que nació hace unos años con el compromiso de crear, inicialmente, una red de colaboración de investigadores de la Macaronesia, así como una comunidad virtual en la que pudieran integrarse y compararse los datos recogidos por cada grupo de investigadores.
“Con MARCET II ahora queremos proteger el recurso natural de nuestros ecosistemas marinos y para ello vamos a proceder a valorar varias zonas marinas protegidas con la ‘ayuda’ de los cetáceos, que son unos bioindicadores extraordinarios ya que están en la cúspide de la cadena trófica, son animales longevos y son mamíferos”, explica el investigador de la ULPGC, Jesús De la Fuente, perteneciente al grupo de investigadores que lidera el catedrático Antonio Fernández en el Instituto Universitario de Sanidad Animal y Seguridad Alimentaria de la ULPGC.
Las tres características de los cetáceos que destaca Jesús De la Fuente son un gran valor para la medición y valorización de los distintos ecosistemas, “pues refleja lo que ocurre a medio/largo plazo en esa cadena trófica de la que dependen estos cetáceos y, de esta manera, ofrece información útil sobre el estado ambiental de las áreas marinas donde residen”.
"MARCET II, que se desarrollará a lo largo de los tres próximos años, analizará distintos marcadores de estrés en delfines mulares y calderones tropicales, asociándolos a actividades humanas”
En los archipiélagos macaronésicos, este estudio, que se desarrollará a lo largo de los tres próximos años, se llevará a cabo analizando “distintos marcadores de estrés en delfines mulares y calderones tropicales, asociándolos a actividades humanas” comparando varias poblaciones de estos cetáceos que viven en áreas marinas protegidas.
Mientras los delfines se alimentan en aguas más superficiales, los calderones lo hacen en las aguas profundas. Midiendo diferentes parámetros en ambos cetáceos será posible comparar dos tipos de ecosistemas y valorar si determinadas actividades humanas pudieran estar afectando significativamente a estos entornos marinos, “para definir posteriormente, qué medidas podemos poner en marcha a nivel local, regional, nacional e internacional, que permitan preservar estas áreas y qué riesgos podemos evitar”.
En Canarias ya se ha definido el estudio en tres Zonas marinas de Especial Conservación (ZECs): en el sur de Tenerife, la franja marina de Teno-Rasca; la de Mogán, en Gran Canaria; y, por último, el Espacio marino del Oriente y Sur de Fuerteventura y Lanzarote.
Investigación interdisciplinar
La gran novedad del proyecto MARCET es su metodología de estudio, que se lleva a cabo paralelamente en varias áreas marinas y que integra a diferentes disciplinas científicas: oceanografía, biología marina y veterinaria. De este modo, los datos obtenidos por los distintos equipos de investigadores se integran en una gran plataforma digital tipo big data que ofrece, finalmente, una ‘radiografía’ muy completa del entorno marino y de los distintos ecosistemas. Y, al mismo tiempo que se diagnostica el medio marino, es posible testar las distintas actividades humanas que repercuten en él, incluyendo las relacionadas con el sector turístico de observación de cetáceos.
Se trata, en definitiva, de avanzar en las medidas necesarias que son primordiales para que la actividad humana en general, y la relacionada con el turismo de observación de cetáceos en particular, de la zona de la Macaronesia, sea sostenible en el tiempo: promover un desarrollo económico compatible con el entorno en el que vivimos.