Cerdos, pero libres de antibióticos
En la actualidad, hay más de 50 millones de cochinos en nuestro país, cinco millones más que habitantes. Por eso no es de extrañar que España sea el primer productor de carne porcina en Europa y un importante exportador a países como China. Es una gran industria que cuenta con un exhaustivo control de calidad, como el que ejerce la Unidad de Epidemiología y Medicina Preventiva del IUSA, en la ULPGC.
Cerdos sanos y libres de antibióticos para consumir. Esta es la principal premisa de la Unión Europea, que desde la década de los 90 prohíbe a todos los países miembros el uso y abuso de antibióticos en el pienso que ingiere el ganado porcino. “Esto ha motivado que se elimine el uso de antibióticos de manera indiscriminada, ya que hasta esos años estos medicamentos se usaban como promotores del crecimiento en muchos ganados y aves, pues controlaban en estos animales a las micropoblaciones de bacterias intestinales que afectaban a su desarrollo”, explica el investigador y catedrático de la ULPGC José Bismark Poveda.
En España, el ganado porcino cobra una especial relevancia, ya que es el primer productor de esta carne en Europa, alcanzando el 39% de su producción ganadera total, y es una industria sobre la que gira un sector económico más que significativo para el país: fábricas de pienso, granjas, mataderos, centros veterinarios, etc. Es, por tanto, un sector de vital importancia que está especialmente vigilado en lo que concierne al cumplimiento de las exigencias sanitarias europeas.
“Afortunadamente, actualmente, los residuos de antibióticos en la carne del cerdo que ha recibido un tratamiento no llegan al ser humano”
Así, el colectivo profesional de veterinarios constituye la salvaguarda de la salud pública del país, determinando aquellos tratamientos específicos que requieren el uso de antibióticos, previo análisis del ganado en laboratorio, con el fin de evitar las enfermedades que ocasionan graves pérdidas en la producción. Y junto al trabajo que desarrolla este colectivo de profesionales se suman algunas medidas preventivas como las que ejercen los expertos veterinarios del Laboratorio de la Unidad de Epidemiología y Medicina Preventiva del Instituto de Sanidad Animal (IUSA) de la ULPGC, que diariamente analizan las muestras de micoplasmas porcinos, aquellas bacterias que pueden causar enfermedades tales como la neumonía o la artritis en el ganado.
De este modo, los investigadores se centran en determinar el antibiótico exacto que será más eficaz para cada tratamiento. “Nuestro último hallazgo ha sido, precisamente, descubrir que hay algunos antibióticos que se usaban de manera tradicional en la población porcina para curar infecciones concretas y que ya no son efectivos porque los animales han desarrollado bacterias multirresistentes a ellos, como es el caso del antibiótico lincomicina”, destaca el catedrático y responsable del laboratorio, José Bismark Poveda.
Este descubrimiento resulta especialmente relevante para el sistema de Salud Pública nacional, que ante este resultado científico puede optar por reservar su uso solo para la especie humana y evitar, al mismo tiempo, que la población porcina ingiera antibióticos que ya no le son eficaces.
Problema de Salud Pública
José Bismark Poveda señala que la resistencia de las bacterias de algunos animales ante determinados antibióticos, como consecuencia del uso abusivo hasta la década de los 90, “ha ido complicando estos últimos años la política de Salud Pública”. Por tanto, se hace necesaria una continua investigación de la actividad de los antibióticos que actualmente protagonizan los tratamientos en el ganado, como la que desarrolla el Laboratorio de la ULPGC, que es ya un centro de referencia nacional, pues participa de forma muy activa en el Plan de Vigilancia de Resistencia Bacteriana del Ministerio de Sanidad.
En este sentido, el investigador de la ULPGC lanza un mensaje de tranquilidad a la población sobre el uso de estos medicamentos en el ganado. “Afortunadamente, en la actualidad, los posibles residuos de antibióticos en la carne del cerdo que ha recibido un tratamiento no llegan al ser humano, porque existen lo que se denominan ‘períodos de supresión’, que son unos plazos temporales que garantizan al consumidor que no existan trazas de antibióticos en la carne en el momento de su venta”.
Así, veterinarios y científicos se convierten en los garantes de nuestra alimentación.